La Sierra de Francia y el misterio: las leyendas y secretos del pasado que esconden sus municipios

En la majestuosa Sierra de Francia, en el corazón de la Península Ibérica, se encuentra una región impregnada de misterio y leyendas que se han transmitido de generación en generación. Los pueblos de Sequeros, Mogarraz y La Alberca cautivan a los visitantes con su belleza natural, pero también los envuelven en historias fascinantes que han perdurado a lo largo de los siglos.

Sierra de Francia

Descubre los secretos y enigmas que habitan en estos rincones remotos, donde las leyendas se mezclan con la realidad y el pasado cobra vida en cada callejón y rincón de la Sierra.

El árbol de ‘Buenas noches’ en Mogarraz

Hace muchos siglos, en una época olvidada por el tiempo, floreció una leyenda que se desarrolló en torno a la profunda amistad entre el jefe árabe Muhamad y su leal consejero Alí. En ese relato, la hija de Muhamad, Aixa, se enamoró perdidamente de un valeroso soldado, anhelando casarse con él. Sin embargo, Alí, secretamente enamorado de la joven, urdió un plan maestro después de la trágica muerte de una de las esposas de Muhamad. Mediante artimañas y engaños, Alí logró persuadir a Muhamad para que aceptara el matrimonio entre Aixa y el soldado. Aixa, desesperada por evitar un destino no deseado, buscó la ayuda de un hechicero, quien la transformó en un árbol oculto en las profundidades de la Sierra de Francia.

Siglos después, en tiempos mucho más recientes, un arriero llamado El Mañas, conmovido por esta leyenda que perduraba en la memoria colectiva, se aventuró en el bosque de Mogarraz y, con valentía y reverencia, pronunció las palabras «buenas noches» al árbol en un intento por romper el encantamiento. Aixa emergió fugazmente entre resplandecientes luces blancas, pero el arriero, presa del terror, huyó precipitadamente hacia el pueblo para compartir su asombroso encuentro. Aunque el hechizo quedó incompleto, se dice que en las noches aún se puede oír el lamento de Aixa, atrapada entre los árboles de la Sierra, aguardando pacientemente el día en que alguien finalmente libere su encantamiento.

Actualmente, este castaño ha desaparecido, aunque la leyenda sigue igual de latente en el bosque de Mogarraz.

La Moza Santa de Sequeros

La protagonista de esta historia es Juana Hernández, quien en 1424 se levantó en su propio funeral para anunciar que se descubriría una imagen de la Virgen. Aunque inicialmente se creyó que estaba muerta, en realidad la mujer estaba en estado de agonía.

La imagen a la que se refería Juana Hernández era la de Nuestra Señora de la Peña de Francia, que finalmente fue encontrada en 1434 por el monje francés Simón Vela, siguiendo la aparición de la Virgen a este último. Además de esta profecía, Juana Hernández, conocida como «La Moza Santa de Sequeros», también predijo la fundación del Convento de Gracia en San Martín del Castañar, un pueblo cercano.

En la actualidad, es posible visitar la casa de la Moza Santa en Sequeros y las reliquias relacionadas con ella reposan en la hermosa Ermita de la Virgen del Robledo, lo que da lugar a una leyenda verdaderamente fascinante.

La ‘mujé’ de ánimas en La Alberca y Mogarraz

Esta tradición data del siglo XVI y se realiza principalmente por mujeres como una promesa para rezar por los difuntos. Esta tradición se ha mantenido hasta la actualidad, y la creencia es que la ‘mujé’ de ánimas debe realizar su recorrido por el pueblo todos los días, sin importar las condiciones climáticas.

Sin embargo, según cuenta la leyenda, solo una vez en la historia esta moza no realizó su recorrido. Algunos dicen que fue debido a la nieve y el gran frío que azotaba el pueblo que la joven decidió no salir esa noche, mientras que otros sostienen que fue asesinada cuando iba a cumplir su promesa. A pesar de su ausencia, los habitantes afirman que esa noche escucharon claramente el sonido de la campana, como si la moza de ánimas hubiera cumplido su deber, lo que agrega un misterio adicional a esta enigmática tradición que perdura en la región.

En la actualidad, doce mujeres se turnan para llevar a cabo esta costumbre, dedicando un mes cada una como muestra de gratitud por peticiones cumplidas, en respuesta a promesas o simplemente por devoción.

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